Sus palabras en el libro "Acunando los sueños" han quedado para siempre con nosotros, y también su recuerdo de una mujer llena de fuerza y alegría.
Quiero hoy destacar la dedicatoria inicial de su libro:
“A los dedos que acarician,
a los brazos que sujetan,
a las luces que iluminan,
a las palabras que alientan.”
Y el final que termina termina agradeciendo:“Doy gracias a quien viste mis días de primavera,
a quien navega firme sujetando el timón,
a quien deja una rosa en mi pecho prendida
robando las espinas que el invierno colgó”
Todos agradecemos la suerte de haberte conocido.